
Los
Incas fueron los dirigentes del imperio americano más grande.
Cerca del fin del siglo XIV, el imperio comenzó a extenderse de su región
inicial en la región de
Cuzco
hasta la región sur de las montañas Andinas de
América
del Sur. Esta terminó brutalmente con la invasión española
dirigida por
Francisco Pizarro, en 1532.
En el momento de su rendición, el imperio controlaba una
población estimada en 12 millones de habitantes, lo cual representaría
hoy Perú, Ecuador y también una gran parte de
Chile, Bolivia y Argentina.
Los Incas llamaban a su territorio
Tawantinsuyu,
lo que en
Quechua, el idioma inca, significa Las Cuatro Partes. Un territorio
de diversos terrenos y climas muy marcados, que comprendía una larga
banda desértica en la costa, entrecortada por ricos valles irrigados;
las altas cumbres y los profundos valles fértiles de los
Andes;
y las cumbres montañosas de la selva tropical al Este. La palabra Inca
designa al propio dirigente, así como al pueblo del valle de
Cuzco,
la capital del imperio. A veces es usado para designar a todos los pueblos incluidos
en el
Tawantinsuyu, pero esto no es correcto. La mayoría de las
decenas de reinos pequeños mantenían su identidad, aún
cuando estaban ligados política y económicamente a los Incas.
El
Quechua fue el idioma oficial y hablado en la mayoría de las
comunidades hasta la llegada de los Españoles, pero al menos 20
dialectos
locales subsistieron en varias partes del imperio.

Los
Incas desarrollaron un estilo altamente funcional de arquitectura pública
que se distinguió principalmente por sus técnicas avanzadas de
ingeniería y de trabajo fino de la piedra. El plano de sus ciudades estaba
basado en un sistema de avenidas principales atravesadas por calles más
pequeñas que convergían en una plaza abierta rodeada de edificios
municipales y templos. Las estructuras eran de un solo piso, con un perfecto
ensamblado de piedras talladas; también se usaban ladrillos de adobe
y paja en las regiones costeras. Para la construcción de grandes monumentos
tales como la gran fortaleza de
Sacsayhuamán
cerca de
Cuzco, unos bloques masivos poligonales fueron ensamblados
entre sí con una extraordinaria precisión. En las regiones montañosas,
como la espectacular ciudadela andina ubicada en el
Machu
Picchu, la arquitectura inca refleja a menudo algunas adaptaciones ingeniosas
del relieve natural.

La
religión del estado estaba basada en la adoración del Sol. Los
emperadores Incas eran considerados como descendientes del Dios Sol y eran adorados
como divinidades. El oro, símbolo del Dios Sol, era muy explotado para
el uso de los dirigentes y miembros de la elite, no como moneda de intercambio,
sino principalmente con objetivos decorativos y rituales. La religión
dominaba toda la estructura política. Desde el
Templo del Sol
en el centro de
Cuzco, se podían trazar líneas imaginarias
en dirección de los lugares de culto de las diferentes clases sociales
de la ciudad.
Las prácticas religiosas consistían en consultas
de oráculos, sacrificios como ofrenda, transes religiosos y confesiones
públicas. El ciclo anual de fiestas religiosas estaba regulado por el
calendario inca, extremadamente preciso, así como el año agrícola.
Debido a este aspecto entre otros, la cultura inca se parecía mucho a
algunas culturas de la mezo-América tal como los Aztecas y los
Mayas.
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